Katie m. Berggren |
Esto queda patente sobre todo cuando el que mama ya no es un bebe. J tiene 4 años y medio y algunas veces tenemos nuestros desencuentros.. y algunas veces acabo sintiendome enfadada con él, lo que solo tiene que ver conmigo y nada con él pero bueno.. acabo sintiendome enfadada con él. Si en ese momento me pide teta, yo seguramente le diga que "ahora" no puedo, que me tengo que tranquilizar y que me de un poco de tiempo. Pero si por algún motivo me traiciono a mí misma y le dejo que tome mientras estoy enfadada, mi cuerpo lo rechaza. La sensación la vivo como muy parecida a la agitación del amamantamiento que sentía con L durante nuestro cortito tandem (lo contaba aquí) pero mucho menos desconcertante porque el motivo del rechazo está claro. En cuanto consigo manejar mi enfado y restablecer el amor en mí, el rechazo cesa.
Que me haya dado cuenta de ésto en los últimos meses después de más de 6 años amamantando me resultó raro. Por un lado, pienso que con un bebe es más difícil enfadarse. Y por otro, veo que el trabajo de los últimos años respecto a la consciencia corporal y la autoobservación me permite darme cuenta de ello ahora. Qué importante esto último, verdad? es una forma, si no la única, de proteger al bebe o niñx de una carga emocional que no le corresponde.
Y el caso es que con todo ésto me he quedado pensando en una cuestión.. me pregunto si alguna de esas lactancias negadas o no disfrutadas no tendrán que ver con enfados, a nivel inconsciente o al menos no conscientes, de la madre hacia su bebe. Y si ésta fuera la causa de que algunas madres se vean incapaces de amamantar gozosamente? Se que sanar ciertas heridas puede llevar toda una vida y una lactancia es aquí y ahora, lo se.. pero también se que ciertas cosas que nos molestan y que en principio no vemos no están tan hondamente enterradas y que con solo mirarlas puede que se liberen.. o al menos lo necesario para permitir que el amor vuelva a fluir.
Sigo dándome cuenta de que la lactancia es grande, grande y nos abarca enteras. Hasta dónde has notado que te abarca a tí?
Gracias J, mi precioso cachorrín, por apremiarme a restablecer el amor en mí cuando me nublo.
Gracias a tí también L, amor de mi vida, y perdona.